La Otra Campaña en San Luis Potosí.
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Mayra siempre ha sido aprehensiva y por eso la entiendo cuando dice que soñó que Diego Fernández y otros se morían.
"Aprobaron su ley... ¿como es posible Marco? ¿Cómo es posible que esto sea México? ¿Cómo es posible que su desprecio por la gente llegue hasta mis sueños?..."
Mirando hacia un enorme supergráfico en el periférico (lo cual es extraño porque en SLP no hay periférico) en el que un tal López Dóriga Sonreía en un anuncio de Televisa, Mayra decía "Y también estaba él, ahí, muriéndose, con Diego, con Emilio Gamboa, con otros que levantaban el dedo... ¡era terrible!" Las manos de Mayra temblaban y yo contemplaba el supergráfico aquel, con ese señor Dóriga sonriendo de manera falsa.
Y es que Mayra, esa noche, la noche que los senadores entregaron una parte de México a Televisa, Telmex, TV Azteca y otros empresarios radiales, soñó que había un horrible terremoto (lo cual es extraño porque en SLP no hay terremotos) y que despertaba y que bajaba corriendo las escaleras y que, en la calle, agitándose terriblemente por el sismo, veía, en un hoyo, en plena calle, a Diego Fernández de Cevallos, Azcárraga, un tal Emilo Gamboa (que se nombre en aquel libro sobre pederastas que escribió una periodista), un Manuel Espino, un hombre de anteojos, Dóriga y unos seres oscuros y extraños que levantaban la mano, gritándole por ayuda. También estaba aquel chihuahua de la vecina de enfrente, que siempre le ladraba con odio desde la ventana.
Y al contarlo, las manos de Mayra temblaban, como si estuviera de nuevo ahí, como si fuera real. "El cielo estaba oscurecido por el polvo y tronaba y yo veía el terror en los rostros de todos ellos en el agujero, si, veía el terror en todos ellos menos en el perro que seguía ladrándome con coraje. Y entonces, en un charco de agua que se había hecho por una tubería rota, vi mi rostro reflejado en el agua y vi mi odio, mi propio odio en mis ojos…yo, que no odiaba a nadie… y entonces, sin pensarlo, me acerqué al agujero y, pese a las súplicas de los otros, tendí mi mano hacia el perro que clavó, también con odio sus colmillos en mi mano. Y sin sentir dolor, ni nada, lo saqué fuera del agujero y el perro me soltó y huyó por el fondo de la calle, aullando, vigilado por relámpagos y cables de luz que se agitaban con violencia, y yo, cubrí mi mano con mi camisón y me alejé por el otro extremo de la calle... mientras Diego y los otros me gritaban desesperados...mientras el edificio México, ése en el que viven la vecina, tú y los demás, se caía haciendo un ruido infernal sobre ellos...mientras yo me escapaba con mi odio".
Mayra es aprehensiva. Yo lo sé. Por eso la entiendo...
http://marcocar.diariogratis.com/blog/3057
Posted by Marco | sábado, abril 01, 2006 12:01:00 a.m.