Nació en 1962 en Morelia, capital del estado de Michoacán, una entidad federativa donde aún se arrastra la presencia de aristócratas coloniales, conservadores, pero carentes de carisma y de propuestas capaces de atraer a los ciudadanos de a pie. Su padre fue Luis Calderón Vega, uno de los fundadores históricos de Acción Nacional en la época de mayor actividad de la organización secreta fundada por los jesuitas denominada La Base.
Pero la fe de Luis Calderón Vega en el PAN comenzó a debilitarse en 1976 cuando esta formación pública comenzó a ver demolida su estructura ideológica barroca por el ingreso en las filas panistas de los empresarios que hasta ese año se deshinibieron para actuar en política. El padre de Felipe salió del PAN. Felipe en los años 80 decidió permanecer. El proyecto tecnocrático había triunfado sobre los tradicionalistas que aún creían en la eficacia de la oración. José Angel Conchello cabecilla de los pragmáticos triunfó sobre el jefe nacional Efraín González Morfín, portador de valores eternos.
Felipe Calderón inició su militancia en el PAN estando bajo la dirección espiritual y política del jefe nacional de entonces, Carlos Castillo Peraza. Así fue como Felipe ingresó al mundo de la gran empresa por el conducto de la militancia política. Pero no sólo eso. También se convirtió en un político pragmático para quien los ejercicios de San Ignacio de Loyola dejaron de ser transmisores de eficacia y, en cambio, comenzó a adherirse a los textos monetaristas y neoliberales.
Con estos antecedentes y cuestionado por tramposos manejos financieros que son usuales en el medio empresarial mexicano, Felipe Calderón Hinojosa es el candidato presidencial del oficialismo derechista, que ha pretendido llegar al poder gracias al apoyo del gobierno de Vicente Fox, de la derecha internacional y de una costosa publicidad.
En 1988 Felipe Calderón fue Representante en la Asamblea legislativa del Distrito Federal. De 1991 a 1994 fue diputado federal y como tal defendió las reformas derechistas de Carlos Salinas en materia de política económica y de relaciones con la Iglesia católica. En 1993 fue secretario general del PAN, bajo la presidencia de Carlos Castillo Peraza, uno de los grandes aliados del presidente Carlos Salinas de Gortari. En aquel tiempo, Calderón reaccionaba enfurecido ante quienes criticaban las tendencias oscurantistas dentro de su partido y en especial los excesos “moralizantes” de los alcaldes panistas que se dedicaban a prohibir espectáculos, modas y revistas de contenido “obsceno”.
Fue esa la actitud que ese año adoptó en una presentación de la revista Mundo, en la que descalificó la investigación sobre los grupos ultraderechistas actuantes en su partido. Panistas como Calderón Hinojosa sabían perfectamente en ese tiempo del predominio en su partido de grupos reaccionarios públicos y secretos, nacionales e internacionales. Sin embargo, públicamente negaban los hechos y atribuían tales señalamientos a la intención de desvirtuar al PAN; esto fue lo que hicieron en 1995 cuando personajes vinculados a tales grupos llegaron al poder en varios ayuntamientos de Jalisco.
También en 1995 Calderón fue seleccionado como candidato a gobernador del Estado de Michoacán. Su campaña prefiguró en sus principales aspectos la que ahora lleva a cabo para la presidencia de la República. En ese tiempo, como hoy, el panista encontró sus principales apoyos en grupos conservadores, jerarcas religiosos y empresarios.
La jerarquía católica de Michoacán recurrió a los Talleres de Fe y Política para apoyar a los candidatos panistas en las elecciones estatales de noviembre de 1995 y en vísperas de ellas, los feligreses podían leer en el interior de la Catedral Metropolitana un letrero de la Pastoral Salud y Vida y de la Pastoral Juvenil donde se les exhortaba a que antes de votar pensaran si su candidato era partidario de “la vida desde la concepción”, así como de la “integridad” de la mujer, de la familia y de la “moralización del ambiente”. Con esas consignas buscaban beneficiar al PAN y a sus candidatos, que se identificaban con ellas.
El 10 de agosto del 95, los obispos michoacanos difundieron un documento de propaganda derechista cuyo título, más que elocuente, era “La Responsabilidad de los cristianos de elegir a favor de la vida”, pese a este apoyo, no ganó Calderón las elecciones estatales.
El panista usaba, como lo hace ahora, una retórica basada en el insulto contra sus adversarios, a quienes en ese tiempo amenazaba en su propaganda con “amarrarles las manos” para que no saquearan el erario. Paradójicamente, los panistas que hoy gobiernan a México, y en especial la llamada familia presidencial, encabezada por Martha Sahagún ha hecho gala de ilícito enriquecimiento, y a extremos alarmantes ha saqueado el país haciendo ostentación a la vez de un derroche vicioso e irracional que pone de manifiesto su falta de cultura y de sensibilidad. Ahora, cuando se cuestiona a Calderón sobre esos hechos, pretende desviar la atención insultando a líderes del PRD o del PRI, pero sigue beneficiándose del apoyo que le brindan los corruptos gobernantes panistas.
En 1996 fue electo Presidente Nacional del PAN para el periodo 1996-1999, cargo en el cual enfrentó críticas y conflictos por sus actitudes prepotentes y autoritarias. Por ejemplo, en 1997 se produjo una escisión en el panismo del estado de Sonora, en la cual el hoy presidente de ese partido, el ultraderechista Manuel Espino y el propio Calderón Hinojosa se pusieron de acuerdo contra el dirigente histórico Adalberto Rosas. Luego de su conflictiva gestión, Calderón fue sustituido por Luis Felipe Bravo Mena, quien al igual que el actual presidente del PAN pertenece a una organización secreta de la ultraderecha denominada el Yunque.
A partir de 1998 fue vicepresidente de la Internacional Demócrata Cristiana (IDC), organización que reúne a muchos de los exponentes de las corrientes derechistas y neoliberales del Continente: sean antichavistas, anticastristas, o personajes del conservadurismo católico, como la que fuera candidata presidencial de Perú, Lourdes Flores, quien al igual que Calderón reivindica la moral sexual del catolicismo, a la vez que las prioridades plutocráticas. Fue coordinador de la bancada panista luego de las elecciones del 2000 hasta febrero de 2003, cuando la abandonó para ocupar la dirección del banco oficial Banobras. Después lo nombraron secretario de Energía, donde hizo notar su simpatía hacia la privatización de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, además que por beneficiar a su familia con concesiones ilegales.
El Hijo Desobediente
Felipe Calderón presentó su propio punto de vista sobre su campaña y sobre algunos aspectos de vida en su libro El Hijo Desobediente. Notas en campaña (Aguilar, México, 2006), que se presentó y difundió durante la campaña presidencial.
El título del libro obedece a una de las canciones favoritas de Felipe, el corrido que lleva ese nombre, y que el panista ha usado en su campaña, incluso para bautizar al autobús que lo trasladaba a los actos proselitistas. Con ello, Fecal dejó la impronta de su ambición, pues la letra de canción evoca no un proyecto de nación ni necesidades populares, sino simplemente los conflictos de la autoridad y del poder.
Como dice el propio candidato panista en la página 21 de su libro, el corrido, cuyo personaje principal se llama Felipe, “Cuenta la tragedia de un joven que desafía a su padre y dispone sobre la manera en que lo han de enterrar, pues su progenitor le ha augurado la muerte”. La canción, que incluye la frase “Felipe, Dios te perdone”, que ahora han hecho suya muchos mexicanos, luego del fraude electoral del 2 de julio, se ha usado como expresión de una supuesta rebeldía de Calderón contra Fox. Pero la falsedad de ésta es evidente dado el inmenso apoyo que el mandatario derechista ha proporcionado a su correligionario. Se trata del repudio inconciente a su propio padre, Luis Calderón Vega.
Variando nombres y circunstancias, el libro de campaña de Felipe es uno más de esos productos típicos de los empresarios-políticos. Significativamente, en varios de los pasajes referentes a la vida con su esposa y sus hijos, es más patente la falta de autenticidad de los dichos de Calderón, que llega a extremos ridículos.
Según la encumbrada pareja panista, a sus hijos siempre les dicen “…el por qué de las cosas que hacemos... Y las hacemos por algo muy simple: amor por México”. Pero la propia Margarita añade “El amor por México... bueno, para empezar es algo indefinible. Más bien son actitudes...”.Puntualiza la aspirante a suceder a Sahagún: “Los mexicanos me gustan porque son como yo, como es Felipe, como son nuestros hijos...”.
Cabe añadir que Felipe y su esposa no son pioneros en el uso del vacío sentimentalismo que apela al “amor” como arma política. La pareja de los Bush, con toda la sangre que ha derramado ese mandatario, suele recurrir a la prédica del “amor”, palabra ciertamente indefinible y poco comprometedora.
Dentro de esa retórica hipócrita y apologética, salta la afirmación de Fecal de que “La parte más fuerte de mí es Margarita, mi esposa”, con lo que reafirma su apego al modelo monárquico de la llamada pareja presidencial implantado por Fox.
Desde luego, el candidato panista no alude siquiera a cualquier hecho que empañe una reputación que existe sólo en su publicidad de campaña. No se refiere prácticamente a la guerra sucia contra la izquierda ni a sus prácticas abusivas y perversas de colectar millones de pesos entre empresarios para invertirlos en atacar a López Obrador, ni a su aceptación de la ley Televisa, ni detalla las actividades de personajes como su asesor franquista, Antonio Solá, y menos aún alude a los negocios turbios de sus cuñados y a los problemas que otros de sus parientes han tenido en su gestión política.
Tramposo por vocación, Calderón miente de manera sistemática mediante el ocultamiento y selección de los hechos, además de que usa eufemismos y rodeos para referirse a proyectos suyos que atentan directamente contra los intereses de los que menos tienen.
Con la bandera de que el país debe ser ”competitivo” sugiere incrementar los privilegios para los empresarios, a la vez que eliminar derechos y beneficios para los trabajadores y para los menos favorecidos, promover privatizaciones e instaurar un orden represivo para evitar ya no la delincuencia sino la disidencia. Leemos, por ejemplo: “…nuestro reto es modificar los costos de las empresas productivas, nuestro reto es aligerarla carga de quien invierte y produce en México. ¿Cuáles son los costos que tenemos?. Para ustedes, ya sea que tengan negocios o fábricas, costos muy fuertes son la electricidad, el gas, los impuestos- incluyendo lo complicado que es pagarlos-, las regulaciones burocráticas, la falta de infraestructura…” (p. 68). El candidato panista está, pues, al servicio de los empresarios y de sus ganancias desmesuradas.
Calderón insiste hasta el cansancio en sus dictados autoritarios para forjar “un México que no se agache y se achicopale frente a un mundo que le compite…” (p. 98), “…un México ganador, fuerte y seguro de sí mismo…” (p. 115), al mismo tiempo que evita cualquier mención de hechos como la represión en Sicartsa y en Atenco, la existencia y naturaleza del EZLN y de otros grupos armados, y cualquier tipo de conflictos sociales que, parecería, para Calderón no existen en México.
Al igual que la idealización de la juventud y el desprecio por el valor de la historia son postulados del neoliberalismo radical que Felipe expresa en su libro. Según él, el PRI y el PAN representan el “pasado” de México (que incluye la justicia social y el estado laico) mientras que el representa el futuro dictado por las exigencias de un mundo capitalista supuestamente sin ideologías. Por eso afirma: “…México tiene una rica historia, pero no podemos vivir obsesionados por el pasado. Hay que vivir hacia delante, hay que vivir y tener proyectos que nos permitan ganar una vida mejor para cada mexicano” (p. 42).
Uno de los aspectos del PAN que le han acarreado más críticas y costos políticos, son sus raíces católicas conservadoras, así como la inveterada presencia en él de grupos extremistas de esa filiación. Fiel a su retórica hipócrita y tramposa, Calderón no abunda en el tema, pero sí deja claro que él comparte esas raíces al grado de que su padre, su abuelo materno -quien fue sinarquista-, sus suegros, algunas de sus tías y otros de sus ascendientes provienen de la militancia política religiosa, en la que él mismo participó, relata, en grupos maristas. También enumera entre sus principales simpatizantes y colaboradores a una colección de dirigentes de la ultraderecha: Luis Pazos, Manuel Espino, Ana Teresa Aranda, Luis Felipe Bravo Mena, Francisco Salazar Saénz.
En la parte final del libro, Calderón se extiende en sus delirantes profecías sobre lo que será el país bajo su gobierno, que traerá felicidad al de Estados Unidos y a los grandes empresarios del turismo y de la construcción, entre otros, y donde habrá sofisticados sistemas policíacos para vigilar segundo a segundo que no se cuestione el orden panista.
Evidenciando que concibe la del 2 de julio como una elección de Estado, Felipe describe anticipadamente cómo será la noche del 2 de julio: “a lo largo del día he tenido conocimiento de cómo van las cosas y sé que he ganado. Pero la pregunta fundamental es si tengo o no la mayoría en el congreso de la Unión. Me imagino dos escenarios; el deseable, contar con la mayoría, y el probable, que no cuente con ella” (p. 152)
Ante esa previsión, sugiere eliminar la disidencia apelando a la “unidad nacional” mediante un gobierno “de coalición”. Esto es, instaurar en la práctica una dictadura derechista que implantaría leyes que el PAN ya ha propuesto y que son contrarias al estado laico y a los derechos de los trabajadores.
Su oferta electoral
Como bien ha resumido un medio de su natal Michoacán, Calderón “acostumbra ir a misa los domingos, y al igual que Vicente Fox, conoce perfectamente el uso de la mercadotecnia” (Xòchitl Vázquez Pallares Cambio de Michoacán, 9 de Febrero de 2006).
Calderón triunfó en la contienda interna del PAN para designar a su candidato presidencial gracias al apoyo que recibió de sectores clericales arraigados en ese partido, y que siguen siendo sus principales interlocutores, al igual que los grandes empresarios y banqueros. A esos círculos Calderón, quien encarna la alianza del conservadurismo católico con la derecha neoliberal, les ofrece todo tipo de privilegios.
Una de las principales consignas de la campaña de Calderón ha sido el combate a la inseguridad, entendida principalmente como la persecución policial contra los secuestradores y contra quienes cometan delitos contra la propiedad. Evidentemente, no es la prioridad para quienes carecen de empleo y de recursos, para quienes no han amasado fortunas mediante abusos comerciales o en el ejercicio de la política.
Calderón se dedica a adjetivar como si fuera un “populista” a quienes, como Andrés Manuel López Obrador, subsidian la economía de las familias y personas más necesitadas, como los ancianos, a lo que Calderón suele argumentar falazmente que “no hay dinero para hacerlo”. Más aún, en su propaganda de campaña ha recurrido a los ataques contra la imagen del presidente venezolano, a quien por sus proyectos de beneficio social, Calderón identifica como “populista” al igual que a López Obrador.
En lugar de enfrentar las críticas por el apoyo que le brindó el derechista presidente español José Aznar, violando las leyes mexicanas, se ha dedicado a cuestionar un pretendido apoyo de personajes de Venezuela a la campaña de López Obrador. Pero, a la postre, la participación activa de Aznar dejó muy claro el carácter derechista del PAN, lo cual los dirigentes de ese partido se niegan a aceptar.
Nepotismo calderonista
Juan Luis Calderón, hermano de Felipe, también ha sido diputado y cuando este era secretario de Energía, Juan Luis trabajó en la Comisión Nacional del Agua; luego de la renuncia de Calderón a su cargo, se incorporó al ayuntamiento de Morelia como responsable del Organismo Operador de Agua Potable y Saneamiento. El 10 de febrero de 2006, el dirigente estatal del Partido del Trabajo, Alfredo Zalce, acusó a Juan Luis Calderón de no atender las demandas de "más de 66 colonias" irregulares de la ciudad.
Gabriel Hinojosa, cuestionado exalcalde de Puebla que a mediados de la década pasada acosaba a pordioseros, ancianos, prostitutas y sindicalistas; es primo hermano de Felipe Calderón, lo mismo que Guadalupe Hinojosa Rivero, ex funcionaria del Instituto Nacional de Migración en Puebla.
Otro primo de Calderón Hinojosa, José Carlos Lara Hinojosa, es su coordinador de campaña en el sur de Veracruz. El pariente del candidato panista ha dicho que “…las dirigencias municipales están solicitándole el apoyo a la militancia para así poder costear la campaña de Felipe Calderón, porque el candidato se ha dado cuenta que cuando las cosas cuestan se les pone más empeño.
Por su parte, Mariana Gómez del Campo, de 25 años, sobrina política del candidato panista y colaboradora de su campaña, es diputada local a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y en 2004, fue activa promotora de la propaganda referente a la “inseguridad pública” en la ciudad de México, que disfrazaba una escalada propagandística contra el gobierno capitalino encabezado por López Obrador. Según los datos personales que de ella difunde el PAN, participa en ese partido desde 1994, y en la Secretaría Nacional de Acción Juvenil en 1997, 1999 y del 2004 a la fecha. En el 2000 fue Diputada Suplente en formula con Miguel Ángel Toscano. Posteriormente fue secretaria del entonces presidente del PAN capitalino, José Luis Luege Tamargo, y forma parte del Consejo Regional del PAN en el DF desde el 2004.
Ahora es diputada electa de mayoría relativa en el Distrito XX Local que comprende las delegaciones Benito Juárez y Álvaro Obregón, es Presidenta de la Comisión de Juventud, Vicepresidenta de la Comisión Deporte e integrante de las comisiones de Transporte y Desarrollo Metropolitano. Asimismo se desempeña como Coordinadora de la Campaña de Jóvenes del Candidato Presidencial del PAN Felipe Calderón Hinojosa.
Exjefe de la sobrina de Calderón, Luege ha sido dirigente de grupos ultraderechistas como el Dhiac, y en cìrculos panistas, que aluden a la doble moral imperante en el blanquiazul, se les atribuye una relación sentimental.
La guerra sucia en el poder
La derecha basó su campaña electoral y su estrategia de defensa de su "triunfo" en la manipulación mediática, para satanizar al candidato presidencial del PRD y para validar la supuesta victoria, lo mismo que en al apoyo abierto de Fox a Calderón no sólo con declaraciones sino con grandes recursos públicos, en una larga lista de trampas que los votantes constataron y cuya realidad el oficialismo pretende negar y, lo que es igualmente grave, en el albazo que dio el IFE al proclamar vencedor de las elecciones al panista.
El resultado de todas esas maniobras ha sido un movimiento popular de millones de personas, muchas de ellas testigos del fraude. En contrapartida, la derecha en el poder encuentra sus aliados en la clase política, los empresarios y los medios televisivos, favorecidos por Fox en plena campaña con la llamada ley Televisa que otorgó amplios beneficios al poderoso consorcio a cambio de su apoyo al panista.
Edgar González Ruiz y Gastón Pardo